El bosque sueña
Y al despertar recuerda, trayendo un mundo difuso a este
lado del amanecer. Como si hubiera viajado y al regreso sus ramas tuviesen matices
extraños brillando en las hojas. O un aroma mágico que no debe existir.
Una lluvia con sabor a mar vistió las primeras horas de la
mañana, que va transcurriendo hipnotizada por la rutina: no hay días con marcas
especiales en el calendario de la vida. El sonido de los pájaros parece un mañana
de mercado, en el que el sonido del bullicio parece poder verse a simple vista
sobre la gente. La luz cercana al mediodía queda presa en la telaraña de
hojas de las copas, y en la penumbra a los duendes les resulta fácil esconderse
entre la maleza. Desde allí observan a los urogallos correr, y tras ellos a un
par de trasgos; que quizás deseen capturar alguno para usarlo como montura. Unos
pasos como montañas convierten la distancia en fruslería, y los truenos en
cascabeles. Un gigante, enamorado, viene arrancando hayas, preguntándose entre
suspiros por qué serán tan pequeños los pétalos de las margaritas.
(Imagen: En la red)
Ya sabes como son los concursos, pero todo sirve para algo, tu blog no es ningún cementerio y el relato muestra un fantástico bosque soñador, que ahí queda.
ResponderEliminarUn abrazo, Juanillo