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sábado, 3 de agosto de 2013

Pergaminos hasta mañana




                                             (Imagen: En la red)



El devorador

Guardaba los recuerdos en el bolsillo de la chaqueta. Siempre me pareció más práctico: solo con introducir la mano sacaba el que necesitaba. Era el sistema que usé desde la niñez y siempre me funcionó. Mi madre era muy apañada para estas cosas. Me enseñó también a esconder los secretos debajo de la lengua y a decir las palabras bonitas con los ojos.
Un día noté que me seguían. Era un perro canijo que iba tras de mí a todas partes. En realidad no era pequeño, ni parecía un perro. Era un animal desconocido bastante grande.  En verdad era casi tan alto como yo, pero no lograba reconocerlo. Busqué en mi bolsillo el recuerdo que necesitaba para la ocasión, y me di cuenta de que tenía un agujero en el fondo.

2 comentarios:

  1. No se puede tener todo controlado, je je.

    Abrazo Barlon.

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  2. Bueno, he intentado plasmar la pérdida de memoria, pero no sé si he acertado.

    Saludísimos.

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